La tertulia, en medios de comunicación o plataformas audiovisuales, suele ser considerada una manera «fácil» de llenar un espacio; los minutos de un programa, ya sea de política, deportes, crónica rosa o, simplemente, actualidad. Sin embargo, que funcione bien puede ser más complicado de lo que pensamos.
La clave está en una adecuada moderación y, sobre todo, en los tertulianos. Normalmente, invitados populares, con opiniones relevantes, buenos comunicadores y con prestigio, de manera generalizada o en su ámbito. ¿Pero… qué les hace destacar?
- Los buenos tertulianos son personas auténticas, genuinas, con un posicionamiento sólido, bien argumentado. Si evitan tópicos y son creativos, mejor.
- O saben un poco de todo, los también llamados, con cierta ironía, ‘todólogos’ («un océano de sabiduría con un centímetro de profundidad») o son expertos en un tema concreto, los que más saben de su especialidad.
- Son capaces de transmitir un mensaje convincente con tres o cuatro frases. Una habilidad importante, teniendo en cuenta que en los medios audiovisuales predominan los programas con ritmo y dinamismo y, por lo tanto, las intervenciones breves y contundentes son fundamentales.
- Utilizan frases cortas y atractivas, que llamen la atención. Menos es más. Emplean un lenguaje sencillo, que no significa pobre, y directo.
- Hablan de la actualidad a través de la propia experiencia o de personas cercanas. Por ejemplo, ¿cómo les afectan las decisiones o medidas que se toman? Esto les ayuda a conectar con el público, a mostrar una mayor cercanía con la gente.
Ser didáctico, tener buena capacidad de análisis o actitud asertiva cuando reciben críticas son otras de las recomendaciones para ser un buen tertuliano. Algunos pueden llegar a vivir de ello, para otros es una actividad más… Pero lo que todos deberían compartir es el objetivo de querer ser escuchados con atención.



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